Entre el 13 y el 15 de febrero de 1945, Dresde sufrió salvajes bombardeos; las fuerzas aéreas estadounidenses (USAF) actuaron conjuntamente con la RAF. Durante 14 horas de incursión, 9.000 bombas de 2 y 4 toneladas y 650.000 bombas incendiarias arrasaron la ciudad, donde no había instalación militar alguna, y mataron a miles de civiles. Se calcula que murieron entre 70.000 y 135.000 personas, la mayoría mujeres, niños y ancianos.
Para el historiador Michael Schröders, los ataques deberían ser considerados y perseguidos como crímenes de guerra, según la ley internacional de la guerra válida en la época.
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