Esta foto de Fernando Barrero en el magnífico
sitio web de mi amiga Bea Burgos,
El blog de Tetuán – Madrid, me da pie a consignar esta entrada para los lectores exclusivamente castellano parlantes...
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Durante algunos años anteriores y posteriores
a nuestra guerra civil era muy frecuente observar como familias enteras,
generalmente humildes, se desplazaban hasta la Dehesa de la Villa de Madrid
para comer y merendar. En aquel entonces, no se estilaban ni las mesas ni las
sillas plegables, y las viandas, así como el asiento de los comensales, solían acomodarse
sobre unas raídas mantas militares muy típicas de la época. Algo cuento al
respecto en alguno de mis micro relatos; no obstante, aquí recapitularé parte de una
anécdota en la que me vi implicado: “Yo, en los años 50 del pasado siglo, era
un niño exactamente igual que los que podéis observar en la fotografía. Un día
de verano, mis familiares me trasladaron a uno de aquellos “picnic”, con la desventura
de que en la sobremesa mi tío Manuel descuidó a mi alcance su recio mechero de
metal. Mi ocurrencia fue la de tomar dicho encendedor y comenzar a prender
todos los cardos secos que abundaban en la zona, sin que entre todos los
presentes en el lugar fueran capaces de sofocar el incendio producido. A causa
de ello, tuvieron que personarse los bomberos y escapar el indiferente
responsable entre los atribulados domingueros”.
No fue aquella la más sonada de mis
desafortunadas peripecias; sin embargo, su desglose y narración escapan a esta
breve reseña.
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