Lluis de Turiellos

Y un poeta orixinal, que ye una categoría a parte que dexa güelga propia nel camín de les lletres, que yá ye abondo. (Munches gracies, Lluis)

viernes, 19 de febrero de 2010

EN LA CONSULTA


—¡Paseeee!
—¡Buenos días!

—Buenas tardes, veamos, ¿qué tal le ha ido el trankimacín que, según observo, le han dispensado?
—Lo ignoro.

—¿Qué quiere decir?
—Que no sé como me encontraría si no me lo hubiera tomado.

—Es usted muy elocuente.
—¡Haga el favor de no faltarme al respeto!

—No se enfade, hombre, no es despectivo. ¿Sigue con los vómitos?
—Solamente cuando me siento y veo la televisión.

—No se preocupe que eso es totalmente normal. ¿Qué tal respira?
—Bien, salvo cuando estoy congestionado.

—¡Humm...!, ¿diabético?
—No, simpatizo más con el Sevilla.

—Veamos la tensión... ¡18 – 11!, ¿ha venido corriendo?
—No, he tomado el autobús.

—¿Tiene paracetamol en casa?
—¿Para qué?

—¡Paracetamol, señor, paracetamol! Me da la impresión de que es usted hipocondríaco.
—Se equivoca, soy bilbilitano.

—¿Fuma?
—No, soy abstemio.

—Pero, hombre de Dios, eso no tiene nada que ver. ¿Ha visto, antes, al neurólogo?
—No lo sé, no lo conozco.

—Está bien, salga, que en cuanto regrese el siquiatra, que ha bajado un momento a Inspección, lo llama.
—¿Entonces, Ud...?

—Mire, aunque no le tengo que dar explicaciones, no piense que me he colado; yo estoy citado a las once y media, y usted a las doce.

     Pindesierra


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