Lluis de Turiellos

Y un poeta orixinal, que ye una categoría a parte que dexa güelga propia nel camín de les lletres, que yá ye abondo. (Munches gracies, Lluis)

domingo, 17 de julio de 2011

El Centro Comercial


La urbanización es como un pueblo de parcelas, donde casas y propietarios se ocultan tras alambradas y arizónicas. Los perros desgarran su silencio y el olor de las chuletas compite con el aroma de los jazmines. Hay mozalbetes motorizados que rivalizan el espacio con los paseantes crónicos. Se atisban algunas huertas de desertores rurales en donde el tomate alcanza costes desorbitados. Un gallo canta, cacarea o clama la que le espera. Varios foráneos imponen el desatinado volumen de la música de su pueblo. Otros se refugian de la escandalera tras el recogimiento de sus reforzadas cristaleras. Todos sobrellevan el tiempo y las vicisitudes.

El centro comercial es también el centro neurálgico de la urbanización; allí, los comercios dan servicio, los bancos niegan créditos y los bares procuran bullicio. Es la plaza mayor del pueblo de parcelas. Por las mañanas, se compra en sus tiendas y se almuerza en las terrazas. Se respira un aire selecto con señoras ataviadas a la última. Rebotan las miradas y los comentarios. El periódico de la churrería se rifa entre los parroquianos. Los perros y las bicicletas quedan aparcados en el exterior por imposición legal. En los vidrios de una de las entradas se anuncia un mercadillo y un bando del ayuntamiento anticipa un nuevo azote. Los transeúntes a veces se ignoran y otras se saludan efusivamente al encontrarse de frente. Una dama madurada taconea el empedrado bajo su pamela al tiempo que ocultan sus arrugas unas panorámicas gafas de sol. El cachas publicita el supuesto efecto de su gimnasio con sus consecuentes músculos de équidos comprimidos. Cada cual presume lo que puede y esconde lo que le parece. El centro comercial es como un monumental teatro que por las noches modifica radicalmente el decorado. Aparecen los vándalos del Norte, del Sur, del Este y del Oeste. Los jóvenes ejemplares se sintetizan en lo segundo y se adueñan del entorno. Cabalgan el área, exhiben su descontento y cocean lo que se presenta al paso. Ingieren alcohol en múltiples formatos, se revuelcan por el parterre y fuman cualquier vegetal en picadura. Berrean el reclamo a sus hembras y la percusión del último éxito de su tribu, después vomitan la intolerancia de sus hígados. Siembran sus jaquecas matinales, recolectan influencias y su juventud les exime, en otra ocasión, del coma etílico.

El centro comercial, en su conjunto, se despliega como un escaparate de modelos, facetas y miserias de la circunscripción, mostrándose como prototipo de nuestra sociedad actual.

Marisol, agradeciendo tu felicitación, te dedico mi último apunte en castellano. Enhorabuena por el libro y thank you for Dreamin, me ha encantado.

1 comentario:

  1. Hola
    Bueno, bueno, pero ¡qué ilusión!
    Es bueno saber, lo que se cuece en un centro comercial… aunque es mucho más bueno saber
    la perspectiva de “Ese Centro Comercial” que describes muy bien, cargado de criterios que buscan la verdad.Un placer leerte Jose.

    Muchísimas gracias
    Marisol

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