Desde un cerro reMachado,
Soria regia mira al
Duero,
a un románico legado
y a un presente lisonjero.
Suevos, dorios y
romanos
ocuparon su atalaya,
para otros, los
sarranos,
alternando en la
batalla.
¿Quién sabe de su
alternancia?,
ya refrendará la
historia,
como acreditó
Numancia,
cual estableciera
Soria.
De tu egregio
mirador,
ya refería el
romance,
tras del hijo de
Almanzor,
quedara el Duero a su
alcance.
Fuiste línea, fuiste
marca,
Alfonso en batalla
dura,
reconquistó tu
comarca,
Cabeza de Extremadura.
Soria sabe de judíos,
Soria sabe de su
aljama,
de cañadas y de
fríos,
de linajes y de
drama.
Resurgiste de cenizas,
saqueos
galos, contiendas,
y en tus cerros
cicatrizas:
ánimas, llaga y
leyendas.
Inútil el eufemismo,
en calles y
plazoletas,
reencuentra consigo
mismo,
la Ciudad de los
Poetas,
A Soria, La Bien
Cantada,
en San Saturio, con
calma,
brindo sólo esta
rimada,
pues antes robó mi
alma.
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