Queridos amigos:
Os escribo, a la luz de los adornos
municipales (en casa ya hemos restringido su uso debido a las recalcitrantes
subidas), para felicitaros las fiestas de Navidad, Año Nuevo y Epifanía. Perdonad
que haya esperado hasta el momento en que éstas dan comienzo, puesto que aún me
mantengo al margen de las directrices recomendadas por Loterías del Estado, las
gerencias de éste, diversos medios de comunicación y el macro comercio. No
obstante, por razones obvias, no he podido sustraerme del belén que, como todos
los años, te monta la administración de turno. Ésta, a través de sus escribas y
desde el castillo imperial de ese nacimiento, nos ha ido recortando a los
elegidos paganos toda suerte de derechos adquiridos, amén de los dineros o
denarios de salarios y pensiones, al tiempo de abaratar despidos e incrementar
los diezmos en IVAS e IBIS. Los pastores opositores, los que dirigen el rebaño,
ya han anunciado movilizaciones contra la nueva Ley del Aborto. Entretanto, la
televisión, gozosa y satisfecha, nos deforma
—perdón, nos informa— de que los oportunos encargados reiteradamente
logran cubrir la totalidad de su subasta de deuda, obstinándose en empeñarnos
más y más.
Sed buenos, aparte de porque no os
quede otro remedio, porque así quizás los reyes, que se acompañan de pajes y no
de yernos, os participen alguna buena nueva, para variar. Insisto: feliz
Navidad, venturoso Año Nuevo y fructíferos Reyes.
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