Es la España varada
en el pasado,
de bestias que
atormentan cualquier día,
de ferias y barbarie
en tropelía,
de vegas que
desangran al astado.
Por enjambre de
humanos, lanceado,
que lo hostigan por
miles en jauría,
ve imposible escapar
de la agonía,
ese toro inocente
horrorizado.
La España que sonroja
las mejillas
hoy reincide de nuevo
en el abuso,
la España que procura
pesadillas
se aferra a un cruel
martirio que en desuso
deshonra la
conciencia en Tordesillas,
obviando la razón, el
fiero obtuso.
Y yo, que lo rehúso,
le espeto al que
gobierna esta pregunta:
¿ya puede lapidar la
marabunta?
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